22 junio 2007

Historias de la noche IV: los personajes
   publicado por Fry

Todos hemos conocido en nuestra vida a personajes peculiares que se escapan de lo normal. La mayoría de ellos son conocidos en la ciudad, si es pequeña, pero siempre dejan huella en el entorno y la cuadrilla, principalmente porque siempre que aparecen en nuestros recuerdos les acompaña una importante borrachera. Sin duda estos personajes aparecen en la noche.

Por supuesto también aparecen de día, pero cuando uno va a comprar el pan no se detiene a juguetear y a decir tontadas con ellos. Es al abrigo de la cuadrilla, de la noche y de las copas cuando uno se hace amigo de estas entrañables personas. Generalmente sus vidas son trágicas, alcoholismo, drogas, ruinas, problemas mentales, vidas rotas y otros graves problemas, pero la noche hace que todo el mundo sea amigo de todo el mundo y los recuerdos con ellos, en la mayoría de las ocasiones, son entrañables.

Sin hacer grandes esfuerzos recuerdo a Sloth, que apodábamos "el del hachazo en la cabeza" porque de joven había tenido un accidente de moto e impactó su cabeza contra un árbol. Tenía un importante brecha en la frente y era un personaje muy peculiar. Siempre sonriente y siempre borracho, con la falta de medida que suele caracterizar a estas almas nocturnas, pero amable y educado. Solíamos invitarle a unos chatos de vino en un bar de marcha. Era un buen tipo.

Otro de estos personajes era "trípode". Se juntaba con nosotros de vez en cuando, no sé muy bien porqué, y cierto día, meando en la calle junto a él, vi que se la sacaba del pantalón como si fuera un ancla, sacándola primero hacia arriba, porque la longitud de su miembro era demasiado para la bragueta. Después de avisar al resto de los amigos se convirtió en un auténtico mito. Sinceramente, la tenía enorme.

Una noche, estando en un bar tan tranquilos, vimos como "trípode" empezaba a juntar en un vaso de tubo todos los restos de cubatas que había dejado la gente por el suelo. La mezcla era absolutamente explosiva, de un color turbio que hacía difícil distinguir la cantidad de cosas que había mezclado. Tras observarle un rato atónitos dijo "¿a qué me lo bebo?". Después de la perplejidad, ya que estas cosas se suelen empezar en orden inverso incitando primero, casi de forma automática dijimos "¿a qué no?". Doy fe de que se lo bebió de un trago y también doy fe (y Freddd y Tiop pueden corroborarlo) que repitió la operación una segunda vez también de otro trago sin un aparente efecto inmediato. Como era de esperar, tras unos minutos, pocos, se retiró a casa.

Qué buenos recuerdos me viene a la mente. Viene a mi cabeza aquel tipo que conocimos una noche de Reyes que, a sus cuarenta años, tenía la voz más aguda que he oído en mi vida. La sensación era como estar con un niño. O aquel otro ex-guitarrista de blues, diplomático y de buena familia al que la cabeza le acabó haciendo crack y se dedica a vagar por los bares de cerveza en cerveza. O un pintoresco personaje que se parece a un actor de la Monty Python, que incluso se mueve como él, y que saluda efusivamente cuando somos incapaces de recordar el origen de esa amistad.

También recuerdo a uno que nos asaltaba de noche en noche y se ponía a cantar, o al menos eso se suponía, ya que era imposible adivinar una sola melodía cuerda en su boca. Mi nariz no ha podido olvidar a ese tío que pasó una vez por la zona de marcha con una bolsa goteando sangre y rezumaba el olor más nauseabundo que he podido sentir en toda mi vida. Luego están aquellos que son conocidos por todo el mundo, principalmente por su capacidad de juntarse a cualquiera que pillan por la calle, y se decican a ir de cuadrilla en cuadrilla como si fueran los anfitriones de la fiesta en una noche de boda.

Me vienen a la mente tantas cosas. Y todas pasan de noche...

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