16 octubre 2006

El gravísimo problema del garrafón
   publicado por Fry

Por suerte vivo en una pequeña ciudad en la que este problema, todavía, no es preocupante. Quizás por ello cuando era adolescente siempre pensé que la gente que hablaba de la existencia del garrafón en los baresse equivocaba, era una leyenda urbana. Pensaba lo mismo que puedo pensar de alguien que dice que los efectos de tal películas son malos (cuando son soberbios), solamente porque la crítica dura parece más erudita que la quien reconoce algo bien hecho.

Mis temores sobre la existencia del garrafón se confirmaron en Madrid, hace ya bastantes años. El problema, lejos de ir a menos, ha crecido de forma alarmante. Soy bebedor casi exclusivamente de whisky y, parece ser, que es la bebida más atacada. Se distingue perfectamente algo adulterado del original por la ausencia total de sabor. Cuando un cubata está poco cargado, con mucha cocacola, debería tener un sabor dulzón, un sabor a cocacola casi exclusivamente. A la inversa tiene que saber a whisky y ser bastante fuerte. Nos encontramos ante un claro garrafón cuando simplemente no sabe a nada, ni whisky ni cocacola.

A veces también se puede reconocer mientras lo sirven, ya que parece tener un tono ligeramente más claro que el acostumbrado Ballantines, pero las luces de la noche pueden llevar a engaño. De todas formas es inútil evitarlo a tiempo, lo pedirás igual y volverás las noches que hagan falta a seguir envenenándote. No hay escapatoria a este asunto.

Esta misma semana pasada volví a encontrarme algún caso parecido, esta vez en Zaragoza. Al contrario de lo que pudiera parecer esta práctica no es exclusiva de bares cutres. Las malas artes del garrafón no distinguen de clases. Cuando pagas 7,5 € por una copa la verdad que supones no estar comprando mierda. Es más, casi diría que las posibilidades de que haya garrafón son directamente proporcionales al éxito de un negocio, es decir, el incremento de venta de cubatas parece incentivar la compra de sucedáneos. Un bar que despacha cuatro whiskys quizás no quiera arriesgarse para el rendimiento que obtiene.

Como digo no se puede hacer nada, se extiende como la pólvora sin que nadie pueda evitarlo. La mezcla, según he leído, proviene de un mal whisky interrumpido en mitad del proceso de destilación al cual se le añade etanol. Por lo visto, Murcia es el principal distribuidor de tan aberrante líquido ¿cómo es posible que no haya más controles sobre esto?