29 noviembre 2005

Sinceramente, no me caes bien
   publicado por Fry

-Así que usted opta a nuestro puesto de trabajo, ¿qué experiencia tiene en el sector?
-Ninguna.
-¿y qué es lo que cree que puede aportar a nuestra empresa?
-Estoy buscando un trabajo en el que sea fácil escaquearse y cobre lo más posible haciendo lo mínimo. No me gusta trabajar, lo hago por dinero.
-¿Está capacitado para trabajar en equipo?
-Pues mire, generalmente me cae mal casi todo el mundo, soy muy cabezón y quiero que se hagan las cosas a mi manera, además de que la gente no tiene ni puta idea de nada. Usted, por ejemplo, se ve que es absolutamente incompetente, no sé muy bien como consiguió el puesto, pero me encantaría poder quitárselo. Además de gordo y desagradable tiene incluso pinta de pederasta.
-Gracias por venir.
La sinceridad, la sinceridad, que voy de cara, que digo a cada uno lo que pienso, que no voy de espaldas, que todos son unos falsos... estoy de esas afirmaciones granhermaneras hasta los huevos. Desde que GH invadió nuestras pantallas para nuestro disfrute y diversión (que no se lo niego, soy asiduo espectador) se ha convertido en una máxima que se supone es una de las mejores cosas que se pueden ser: sincero. Por supuesto que la sinceridad es un valor importante, necesario y deseable, pero aquí se han confundido el significado de las cosas. Hay sinceridades y sinceridades.

¿la sinceridad es decir lo que te da la gana en cada momento? ¿es soltar por esa boca lo que opinas de cada uno en cualquier momento y en cualquier lugar? Para ser un ser sociable tienes que aprender a mentir, a callar y a lamer algún que otro culo. Nunca he creído que el ser humano sea muy sociable por naturaleza, pero es un modelo de fantastico de supervivencia. Juntarse unos cuantos individuos para tratar de sobrevivir es beneficioso para todos, a costa de perder unas altas cotas de individualidad. Cuando te integras en una sociedad vas a recibir un montón de cosas de la comunidad, pero a cambio debes acatar sus normas, leyes y a los demás individuos, y eso incluye no decir a cada uno lo que piensas. Hacer el paripé vaya, eso lo hacemos todos y el que diga lo contrario está mintiendo cual Yola Berrocal.

Me pongo a recordar todas las situaciones en las que afortunadamente ha podido mi prudencia y civismo a la actualmente mal abanderada sinceridad y trato de imaginar lo que podría haber ocurrido de haberme atrevido. El trabajo, por fuerza mayor, obliga a exagerar aún más el recato, porque todos hemos tenido jefes hijos de puta, compañeros insoportables, clientes inaguantables, profesores discutibles, etc, pero también amigos que no nos caen bien, novio/as, familiares y demás allegados. Por el propio bien es mejor mantener la boca cerrada en la mayoría de las ocasiones. Hay opiniones que deben quedar en el ámbito más personal.

Confieso, aunque no debería, que no hay sido ni una vez ni dos las veces que me he sentado con algún colega en la calle y vas comentando todo lo que te parece la gente que va pasando, generalmente críticas negativas, miento, siempre criticas negativas, y yo probablemente habré sido victima de otros tantos desalmados como yo que se sientan en los bancos de las calles más transitadas. Es bueno que eso siga siendo así y no trascienda a los demás. La convivencia está por encima de la sinceridad.

¿Alguna vez os habéis imaginado poder leer la mente de todo el mundo? Más de una película nos ha puesto en situación y me debato entre las ventajas de tener la posibilidad o no. Quiero seguir pensando que no todo el mundo es como yo.

¿Y la sinceridad en el ámbito de la pareja? Uy, uy, uy, ese es un tema mucho más delicado y más complejo, y aunque la confianza y complicidad hacen que la sinceridad sea más sencilla y más deseable no debe estar por encima de unas mínimas normas de convivencia y de respeto. Al fin y al cabo es una microsociedad con sus propias normas. Y si no me creen, al tanto:
-Cariño, ¿qué tal me queda este vestido que me he comprado?
-(dios que horror, que mal gusto tiene últimamente para elegir la ropa). Muy bien mi amor.
-¿Te parece que he engordado?
-(Oh no no no, que no siga por ahí, por dios. Claro que has engordado¡) A mí me encanta como estás cariño.
-¿Pero te encanta como estoy porque aunque haya engordado te sigo gustando o es que no he engordado realmente? ¿me lo dices por decir?
-Luego hablamos cariño que empieza Gran Hermano.