23 noviembre 2005

La edad del pavo
   publicado por Fry

Hoy tengo poco donde elegir, pero como siempre las sugerencias de nuestros visitantes son interesantes. Me decanto por la sugerencia de florde sobre uno de las etapas más vergonzantes de la vida humana: la temible edad del pavo. Sobre la navidad tengo muchas ganas de hablar, pero lo haré cuando resuenen más campanitas en mi cabeza.

No conozco a una sola persona que admita haber sufrido en sus propias carnes los devastadores efectos de la edad del pavo, sin embargo, en mayor o menor medida, todos hemos sido gilipollas integrales alguna vez. Cuando eres un crío has oído hablar de los efectos de la adolescencia. Tienes hermanos mayores, primos o conocidos de los que sus padres hablan de lo incontrolables que se han vuelto, de los suspensos, de las salidas y de comportamientos gamberriles, pero tú sigues pegado al culo de mamá como un niño bueno.

Pero llegarte te llega, ya lo creo que llega, y sin encontrar ningún tipo de conexión entre tu situación y la de los “otros” de lo que tanto has oído hablar. Simplemente has alcanzado el conocimiento absoluto de las cosas, crees que todo lo que haces es lo correcto y que el resto del mundo ha estado equivocado. De repente crees que te has convertido en un hombre (o mujer, o ambas cosas) y has pasado a ser directamente el todopoderoso Dios.

Y esa prepotencia te hace creer que la desobediencia debe regir tu vida. Al fin y al cabo el resto de la humanidad se equivoca. Pero más allá de las cosas que puedes leer en los libros de psicología sobre la materia, la edad del pavo te hace llegar hasta los más tenebrosos estadios de la condiciones humana, como ver que el tunning es la más exquisita muestra de la evolución, creer que Dj Picha es la razón de tu existencia y el modelo de tu futuro o intentar vestir lo más hortera posible para así alcanzar el universo de las féminas (o féminos).

Probablemente en la edad del pavo, que en las mujeres llega antes porque maduran antes y pasan el trago lo antes posible, se produce un cambio de ídolos. No sé si se ha estudiado en profundidad, pero siempre me ha sorprendido los diferentes ídolos de niñas y niños. Mientras las primeras sueñan e inventan historias irreales sobre actores y cantantes famosos, otorgándoles cualidades que no tienen y dedicando su vida a saber de ellos, los niños idolatran a jugadores de fútbol¡¡ ¿Pero es que no hemos vuelto todos locos o qué? Vamos a ver, puedo entender que las niñas se vuelvan tontas por un superactor de holliwood, pero tener la habitación colgada de piernas desnudas de futbolistas es, cuando menos, sospechoso. En mi defensa diré que jamás colgué en mi habitación un solo jugador de fútbol. Aunque existe una versión aún más patética, la de los supercoches deportivos de miles de millones, que alcanza su máximo esplendor de horterada cuando ese coche es acompañado de una rubia neumática. Va a ser que los niños desde pequeños ya buscan el dinero y la fama y las niñas sólo sueñan con amores imposibles.

En la edad del pavo la noñería se convierte en deseo y la rubia encima del coche se hace imprescindible y el infumable Leo di Caprio ahora alimenta las más bajas pasiones femeninas, aunque en el primer caso, además de deseo, es necesario que el resto del mundo sepa que al que más le gustan las mujeres es a ti. Y cuanto más operadas mejor. Para ellas es algo más intimo.

Con un poco de suerte abandonas con más pena que gloria esta etapa de tu vida. Echas la vista atrás observando las nuevas generaciones y te avergüenzas de tu propio pasado. Claro está que también los hay que jamás la superan y acaban convertidos en nengs o disfrazados de Obi Wan Kenobi y librando duras batallas en la cola de la Premier. Afortunadamente en España no tenemos trekkies (seguidores de Star Trek) o deberíamos emigrar a sociedades más saneadas. Digamos que un friki es alguien que quedó atrapado en la edad del pavo para siempre.

Sí, será una etapa importante de la vida, de la personalidad y de todo lo que queráis, pero deberíamos plantear alguna solución radical. Quizás crear una isla a unos cuantos kilómetros de la península para llevarlos a todos de los 12 a los 15 años, llenarles de coches tuneados, de música pasti, de maquinas para cortar el pelo, de derrapes y de calendarios de taller mecánico y que nos los devolvieran sanos y salvos, aptos para convivir con el resto de la humanidad. Eso sí, con riguroso examen para aprobar su repatriación.

Qué no tenemos culpa de nada hombre¡